13/9/07

El proceso pedagógico en el Paradigma de la Complejidad

Miguel Ángel Alburquerque Calderón

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La educación ha debido adecuarse a las condiciones socio-culturales y estrategias de desarrollo de cada época. En el contexto de la globalización, desde el punto de vista de las comunicaciones y de las competencias para ser exitosos en los mercados y cultura del mundo, los objetivos en el aula debieran estar orientados a obtener resultados de calidad en la educación, en volvernos constructores de un currículum destinado al aprendizaje de lo significativo y pertinente y en lograr una visión emprendedora del alumno en un mundo de opciones y oportunidades. Pero los desafíos para la educación vienen también desde la formación ética y valórica del individuo en un mundo dominado por la complejidad y la incertidumbre, y de la necesidad de construir nueva civilización basada en el principio del desarrollo humano sostenible.

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INTRODUCCIÓN

"Las cosas obtienen su ser y su naturaleza por dependencia mutua y en si mismas no son nada"

(Nagarjuna, el principal expositor del Budismo Madhyamika)

Las ideas sobre la complejidad y las conexiones ocultas entre los elementos bajo el principio de incertidumbre, han estado siempre presentes en la intuición y la historia del desarrollo del pensamiento humano. Son inherentes y consustanciales al desarrollo de los fenómenos de la naturaleza, desde la dinámica de los fractales a la evolución de la vida basada en ADN y la cultura.

La globalización ha producido un crecimiento constante y creciente de la información científica y tecnológica, que aplicado a la industria, ha permitido lograr eficiencia en la producción de bienes y servicios, con altos estándares de calidad, automatización y bajos costos. Realidad que exige a países como el nuestro, cuya estrategia de desarrollo se basa en tener éxito en los mercados mundiales, obtener resultados de calidad en la educación. Se requieren sujetos críticos, abiertos a los cambios, con capacidad de ver en la incertidumbre una oportunidad para el emprendimiento y la colaboración, flexibles frente a la obsolescencia y perfectibilidad del conocimiento. Nos obstante, la globalización ha traído nuevos problemas como el mercantilismo, el individualismo y abusos contra el medio ambiento justificados en la necesidad de crecimiento económico, que es necesario abordar desde el punto de vista de la comprensión del fenómeno de lo complejo, del proceso educativo y la construcción del currículum, para formar valóricamente al alumnado como sujetos constructores de una civilización humana sostenible.

“La complejidad se sitúa en un punto de partida para la acción más rica, menos mutilante”

(Morin, 2005).

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UNA APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA

Desde sus orígenes, la historia del hombre ha estado descrita por un proceso continuo de interacción y adecuación a los cambios constantes que presenta su entorno físico y social. Adaptaciones fisiológicas que le han permitido transformar en su hábitat cada espacio de la tierra y construcciones socio-culturales que han dado expresión a su inteligencia, en la ideación y perfeccionando de técnicas y recursos que aseguren la supervivencia, regulen la convivencia y den continuidad e identidad a su comunidad. Como lo señalara el primer antropólogo moderno, Edward Brunett, “...un todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el ser humano como miembro de una sociedad”.

En la interacción con otras comunidades y con las primeras rutas comerciales se construyeron nuevos conocimientos y tecnologías, sincretismos religiosos y artístico-culturales, nuevas lenguas, formas de comunicación y civilizaciones, hasta llegar a la realidad actual de un mundo globalizado conectado digitalmente, haciendo realidad la “aldea global” que anticipara McLuhan en los años sesenta. Tras la diáspora o gran migración con la que abarcaría toda la Tierra, el hombre tiene hoy la oportunidad de volver a ver su rostro humano, reflejando toda su diversidad biológica y experiencia acumulada, pero reconociéndose como integrante de una comunidad, no muy diferente al que apreciara nuestra “Eva mitocondrial” en su pequeña comunidad centro-africana hace cuatro millones de años. En el contexto de un mundo globalizado, la sociedad del conocimiento y la información provee al hombre actual de un flujo constante y creciente de información de todo cuanto acontece en el mundo; de todas las dimensiones y actividades del ser humano, de sus consecuencias psicológicas, socioculturales y ecológicas. En la mayoría de los casos esta información no es recibida por el individuo de manera selectiva sino pasiva o “refleja, informal o no intencionada”, incorporándose de manera subyacente a su experiencia cognitiva “afectando a los distintos aspectos de su personalidad intelectual, moral y estética” (Munizaga, 1965). Desde el campo de la neurociencia se afirma que el fuerte impacto de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) está produciendo adaptaciones en la fisiología del cerebro, adecuando su estructura perceptivo-cognitiva a los nuevos estímulos del medio, fenómeno que ya podemos apreciar en niños preescolares, capaces de resolver con naturalidad complicadas funciones lógico operacionales y sensorio-motrices planteadas por un software informático antes incluso de aprender a leer, anticipando y entremezclando las categorías del desarrollo cognitivo piagentianas.

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CAOS Y PENSAMIENTO COMPLEJO

Una visión sistémica de la interacción del hombre con su entorno tendría que hacernos olvidar las limitaciones del pensamiento mecanicista y los sistemas lineales, funcionando con la perfección de lo predecible, y comenzar a pensar al hombre y su hábitat, la tierra, como un organismo vivo unívoco; como un sistema más que dinámico, complejo, buscando el equilibrio en la armonía del caos, la probabilidad y la incertidumbre. “La condición de cualquier vida es la incertidumbre y la contingencia” (Briggs y Peat 1999).

Al principio del siglo XX, una cierta visión determinista en las ciencias exactas y la psicología soñaba con la posibilidad de eliminar la incertidumbre, controlando los ciclos vitales de la naturaleza por medio de la tecnología o el condicionamiento. Recientemente, en el campo de las ciencias humanas, el término de la guerra fría y el dominio planetario del modelo de desarrollo occidental, han llevado a algunos intelectuales a anunciar el “fin de la historia” (Fukuyama), pues bajo la misma óptica determinista, desaparece la “lucha de clases” como “motor de la historia” (Max-Engels). No obstante, la “Teoría del Caos” y “El Pensamiento Complejo” nos enseñan lo imposible de tales planteamientos.

Los sistemas complejos están más allá de nuestra capacidad de predecirlos, manipularlos o controlarlos, en virtud del “principio de incertidumbre” que los origina y dinamiza. Investigaciones que van desde las Matemáticas a la Termo-dinámica, de las Ciencias Atmosféricas a la Biología Celular y las Ciencias Políticas demuestran que el sesgo de lo infinitesimal, de lo oculto, o de lo que consideramos despreciable o marginal, ingresa como un factor de incertidumbre en el cálculo predictivo de un comportamiento, que en el desarrollo de sus ciclos de retro-alimentación del sistema puede arrojar en el tiempo resultados incrementales muy distantes a lo esperado. Es el llamado “efecto mariposa”, metáfora que nos habla del poder de lo pequeño bajo condiciones favorables sostenidas en el tiempo.

El principio de incertidumbre es el motor de la historia en los sistemas complejos. Está detrás de los sutiles e improbables cambios físico-químicos que (potenciados por el efecto mariposa) originaron las primeras formas de vida; en la adaptación exitosa que ha permitido una evolución en el ADN, y en la biodiversidad que equilibra los ecosistemas. Es la cota en que surge la intuición humana, la espiritualidad, el enfoque original, el arte, el pensamiento libre y las interconexiones ocultas entre eventos aparentemente aleatorios de la actividad humana, que en un proceso constante de “auto-creación”, o “autopoiesis” según la expresión de Maturana y Varela, tienden a equilibrar u organizar y potenciar al hombre a partir la diversidad de su dimensión biológica, socio-cultural, económica y medioambiental. Bajo el paradigma de la complejidad no debemos evitar a la incertidumbre, sino adaptarnos a ella, viéndola como una oportunidad para la satisfacción de las necesidades de desarrollo sostenible de la sociedad humana en el contexto de un mundo globalizado actual y de las generaciones futuras. “Este [ ] es el gran desafío de nuestro tiempo: crear comunidades sostenibles, es decir, entorno sociales y culturales en los que podamos satisfacer nuestras necesidades y aspiraciones sin comprometer el futuro de las generación que han de seguirnos” (Capra, 1998).

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EDUCACIÓN Y COMPLEJIDAD

La globalización se inició con el término de la guerra fría hacia 1985. En los nuevos espacios de confianza y transparencia se ha ido construyendo un crecimiento exponencial del conocimiento científico y tecnológico, que aplicado a la industria, ha permitido lograr eficiencia en la producción de bienes y servicios, con altos estándares de calidad, automatización y bajos costos. No obstante, ha creado nuevos a problemas: sustitución de empleos, mercantilismo sobregasto energético, abuso medioambiental, como afirma Edgar Morin, el mayor autor del pensamiento complejo “el individualismo, que es una de las grandes conquistas de la civilización occidental, genera hoy cada vez más fenómenos de atomización, de soledad, de egocentrismo o de degradación de la solidaridad” (1997).

¿Cómo debiera ser el proceso educativo en el paradigma de la complejidad? Morin, a instancias de la UNESCO, publica “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” (1999), obra que enfrenta el problema, proponiendo una reforma del pensamiento y la educación: civilizadora y fundada en una nueva ética planetaria, ecológica e integradora de los saberes dispersos del hombre:

1. Una educación que cure la ceguera del conocimiento.
Todo conocimiento puede encerrar un error y una ilusión de verdad por razones perceptivo-cognitivas, socio-afectivas y culturales, aún el conocimiento científico: todo conocimiento en obsolescente o perfectible. “La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento”.

2. Una educación que garantice el conocimiento pertinente.
Ante la avalancha informativa, “la educación debe promover una "inteligencia general" apta para referirse al contexto, a lo global, a lo multidimensional y a la interacción compleja de los elementos”. Es decir, abandonar los esquemas organigrámicos de análisis, que ofrecen una visión estática de la realidad y reemplazarlos por otros basados en la dinámica de lo complejo, superponiendo lo global y lo particular.

3. Enseñar la condición humana.
La expansión de la conectividad y el acceso a los medios dan hoy al hombre la oportunidad de reconocerse en su humanidad común y diversidad cultural, inherente a su condición humana. “Al igual que cualquier otro conocimiento, el del ser humano también debe ser contextualizado: Quiénes somos es una cuestión inseparable de dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos. La educación deberá mostrar el destino individual, social, global de todos los humanos y nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra. Éste será el núcleo esencial formativo del futuro”.

4. Enseñar la identidad terrenal.
Los avances tecnológicos han logrado conectar una enorme cantidad de pueblos, lenguas, religiones y culturas que por milenios vivieron aisladas. No obstante, los beneficios de la comunicación global no llegan a tres cuartas partes de la humanidad. “Es necesario introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el desarrollo económico: el desarrollo intelectual, afectivo y moral a escala terrestre”.

5. Enfrentar las incertidumbres.
El ascenso y caída de las civilizaciones en la historia de hombre, especialmente el devenir del siglo XX, “han derruido totalmente la predictividad del futuro como extrapolación del presente y ha introducido vitalmente la incertidumbre sobre nuestro futuro”. Morin afirma que la educación debe hacer suyo el “principio de incertidumbre”, tan válido para la evolución social como la formulaciones dinámicas de Física y Biología. “La historia avanza por atajos y desviaciones y, como pasa en la evolución biológica, todo cambio es fruto de una mutación, a veces de civilización y a veces de barbarie. Todo ello obedece en gran medida al azar o a factores impredecibles”.

6. Enseñar la comprensión.
La comunicación no implica comprensión. La educación debe abordar este tema crucial para la humanidad directamente a nivel interpersonal y grupal y a escala planetaria. Enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir el ser humano sino abordarlo en toda su diversidad y complejidad, promoviendo “la apertura empática hacia los demás” y “la tolerancia hacia las ideas y formas diferentes, mientras no atenten a la dignidad humana”

7. La ética del género humano.
Sumada a las éticas individuales, la enseñanza de una ética válida para todo el género humano resulta crucial. Morin presenta el bucle “individuo-sociedad-especie” como fundamento para la ética del futuro. El ciclo “individuo-sociedad” surge del deber ético de enseñar la democracia y sus reglas de respeto por las minorías, la diversidad, la confrontación y el antagonismo. El ciclo “individuo-especie” fundamenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre. La humanidad con los medios de la globalización ha dejado de ser algo abstracto o lejano para convertirse en algo concreto y cercano, con interacciones y compromisos a nivel planetario en la “Tierra Patria”.

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COMPLEJIDAD Y ACCIÓN PEDAGÓGICA

¿Como integrar el pensamiento de Morin, Capra, Maturana y otros autores del pensamiento complejo en la acción pedagógica cotidiana del docente en el aula? Los siguientes pudieran constituir criterios de acción en tal sentido:

1. Establecer instancias efectivas de reflexión y análisis crítico a nivel individual y grupal, idealmente vinculándolas a quienes participan en la industria y la gestión de conocimiento, en el diseño de políticas públicas y a la propia comunidad, de manera que permita a los docentes dominar sus asignaturas, desarrollando la capacidad de pensarla estratégicamente y de situarla a nivel local y global, tanto respecto de la estrategia de desarrollo económico del país como del aporte a la construcción de sociedad global más humana, solidaria, diversa, democrática y respetuosa del ecosistema planetario.

2. Superar las limitaciones de la enseñanza tradicional memorística y acumulativa y avanzar en ser constructores de un currículum adaptado a las conductas de entrada cognitivas y socio-afectivas del alumno y del contexto histórico, geográfico y cultural en que se desarrolla el aprendizaje. Es decir, siguiendo los parámetros del constructivismo, plantear la enseñanza en un entorno social o “comunidad interpretativa” (Bruner), buscando logros más orientados a lo metacognitivo que a contenidos específicos, a través de un proceso de “aprendizaje mediado” (Vygotsky, Freverstein) y el logro de “significa-tividad en los aprendizajes” (Ausubel). Enriquecer el significado de su experiencia de aprendizaje, favoreciendo la interacción del alumno con sus propias necesidades de aprendizaje y conocimiento pertinente, empleando creatividad, iniciativa y colaboración, los medios y tecnología a su alcance.

3. La complejidad exige además, al sistema educacional y al profesor, realizar un esfuerzo de sistematización de los resultados de la experiencia pedagógica, que permita evaluar la efectividad de los materiales, tecnología educativa y actividades propuestas, y promover la resolución de problemas en el aula para avanzar con cada alumno en igualdad de oportunidades a obtener resultados de calidad en su educación.

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CONCLUSIONES

“Y cualquier ciencia estaría de más si la manifestación y
la esencia de las cosas coincidieran directamente”

(Marx, 1904)

Las ideas sobre la complejidad han estado presentes en toda la historia del desarrollo del pensamiento humano, desde las enseñanzas ético-religiosas de Lao-Tsé, Buda a Marx y Engels; de Fritjof Capra a Humberto Maturana y Edgar Morin. El “principio de incertidumbre”, que origina, dinamiza, autorregula y equilibra los sistemas complejos, en un proceso constante de autocreación, ha sido incorporado a las investigaciones que van desde las ciencias físicas y matemáticas, la biología y las ciencias humanas. Pero no es sino en los últimos años que una sistematización de las ideas en torno a la complejidad, impulsada por el epistemólogo Edgar Morin, han sido articuladas como “Paradigma de la Complejidad”. Con los recursos del pensamiento complejo, Morin propone una reforma del pensamiento y la educación, fundamentada en una nueva ética de alcance planetario, integradora de los saberes dispersos de la humanidad y constructora una sociedad global más humana, solidaria, diversa, democrática y respetuosa del ecosistema planetario. “La civilización de la civilización requiere la intercomunicación entre las sociedades, y más todavía, su asociación orgánica en escala planetaria”.

Para Morin, la finalidad de la enseñanza es “crear cabezas bien puestas más que bien llena”; desarrollar la práctica de un pensamiento que no cese de contextualizar y totalizar las informaciones, develando el conocimiento pertinente en medio de la avalancha de información que ofrecen los medios actuales. Esto supone desde el punto de vista del proceso educativo, un compromiso de las políticas públicas en educación, de los establecimientos y del profesor por superar las limitaciones de la enseñanza tradicional memorística y acumulativa; flexibilizar el currículum de acuerdo a las conductas de entrada del alumno y del entorno socio-cultural y ecológico en que se desarrolla el aprendizaje; en definitiva, enriquecer y contextualizar la experiencia de aprendizaje del alumno en torno a lo nuevo, lo diverso y significativo a nivel personal y de su comunidad, a lo planetario.

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BIBLIOGRAFÍA

  • Briggs, J. y Peat, D.: “Las Siete Leyes del Caos. Las Ventajas de una Vida Caótica”. Grijalbo. Barcelona.1999
  • Capra, Fritjof: “La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos”. 1998. Biblioteca Selecta Forum. http://www.barcelona2004.org
  • Maturana, Humberto:
  • Morin, Edgar: “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” (PDF). UNESCO. Octubre1999.
  • Morin, Edgar: “Globalización: Civilización y Barbarie”. Diario Clarín. Argentina. Enero 2003.
  • Munizaga, Roberto: “Principios de Educación”. 3° Edición Revisada. Editorial Universitaria. Chile. 1965.
  • Pichín, Fariñas y Miyares: “Los sistemas vivos y las ciencias de las complejidades. Relación entre soma y red biológica”. Instituto Superior de Ciencias Médicas. Santiago de Cuba. 2004
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WEBGRAFÍA